MISIÓN DE LOS DOCE: PREDICAR Y EXHORTAR A LA CONVERSIÓN
Los discípulos de Jesús son enviados con poder para anunciar el reinoy para que no se sientan superiores a los demás. Por eso han de llevar lo
estrictamente necesario. De hecho, Jesús les enseña que la eficacia de la
Palabra no está en los medios humanos, sino en la confianza y la convicción
que nacen de la fe en su persona. Además, continúa su misión y envía a
los Doce como heraldos suyos, pues el testimonio de dos permite dar un
signo de pobreza, sencillez, de acogida y de ayuda, porque juntos hacen
de su peregrinar algo más llevadero. El ir de a dos, sirve para autentificar y
ratificar los acontecimientos importantes. Sin embargo, más allá de estos
alcances, Jesús enseña que para anunciar el reino solo es necesario la fuerza
del Espíritu y la confianza en su Palabra.
Cuántas veces se piensa la misión basándonos en proyectos y progra-
más. Como también, imaginamos la evangelización en torno a miles de
estrategias, tácticas, maniobras, artimañas, procurando que las personas
se conviertan según nuestros criterios, argumentos y no a los de Dios. Y
nos olvidamos de que el anuncio del reino no se afianza y confirma, única-
mente, con los argumentos, las estrategias o las tácticas, sino simplemente
aprendiendo a amar y a dejarse llevar por los valores del reino.
La Iglesia es una madre de corazón abierto, que debe aprender a amar
y recibir, especialmente a quien tiene necesidad de mayor cuidado, o que
está en mayor dificultad. La Iglesia, como la quería Jesús, es la casa de la
hospitalidad. Y cuánto bien podemos hacer si nos animamos a aprender
este lenguaje de la hospitalidad. Por eso, si hay algo que no debe faltar en la
misión apostólica, es la predicación de la Palabra de Dios y la manifestación
de la bondad de Dios en gestos de caridad, de servicio y de generosidad.
P. Fredy Peña Tobar, ssp