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LA BIBLIA EN FAMILIA

Miércoles 28 de Septiembre de 2022

¿Qué le podemos regalar y dejar a nuestros hijos? El amor por la Palabra, por la Biblia. Porque todos los relatos que hay allí, nos hablan de la vida.

Los primos pasaban las vacaciones en la casa de los abuelos donde tenían mucha libertad para jugar por todas partes. En general, los chicos no hacían mucho lío, hasta que una tarde apareció un sapo reventado contra una de las paredes del fondo. Era evidente que no había sido un accidente, como decían algunos. tampoco podía sospecharse que el sapo se había estampado contra los ladrillo debido a un mal cálculo. Se armó una gran discusión y estaban los que defendían los derechos del sapo y los que decían que sólo era un animal, que no valía la pena hacer tanto lío. Estos últimos fueron acusados rápidamente de ser los que se divertían arrojando sapos y ellos acusaban a los otros de falsos, que decían una cosa y hacían otra....

Los gritos llamaron la atención del abuelo, que fue al fondo para ver qué sucedía. Todos los chicos comenzaron a hablar al mismo tiempo. -Si quieren que los escuche no hablen a los gritos, si no me confunden. Vengan, vamos a sentarnos alrededor del fogón.

Los niños se ubicaron en los troncos que servían de bancos y el abuelo, lentamente, dándoles tiempo a que se calmaran, encendió un hermoso fuego; en pocos minutos las llamas llamaron la atención de los primos que se tranquilizaron. Luego colocó el soporte de la marmita de hierro, la llenó de agua y repartió verduras entre los chicos para que las pelaran, cortaran y tiraran al agua. Llevó pan casero lo untó con aceite y sal y les repartió algunas rodajitas mientras se hacía la sopa. El cielo ya había pasado de rojo a negro. Sólo se veía el fuego y el rostro de los chicos contemplándolo. Parecía que el tema del sapo se había olvidado. No era esto lo que pretendía el abuelo. No quería olvidar el asunto, ni encontrar culpables, ni retar, ni señalar al que había dañado a un ser vivo. Quería conversarlo tranquilamente, que cada quien buceara en su corazón y pudieran escucharse. Y eso pasó, alrededor del fuego, con una comida simple, pan y sopa de verduras, las palabras surgieron sanas, verdaderas... Se hizo justicia, para el sapo y para la familia. Parecía que el abuelo no había hecho nada, de hecho, él no habló, escuchó y sirvió, junto con la abuela, la sopa en hermosos cuencos heredados de sus abuelos. La sabiduría y la justicia... van de la mano.

Toda la Escritura es útil para enseñar y educar en la justicia, a fin de que el hombre esté preparado para hacer siempre el bien.

 

Colaboración especial: Inés Casalá