Mathias Britos, SDB

Para toda la Familia Salesiana, la madre de Don Bosco, Margarita Occhiena, representa un icono de insìración, un modelo de vida apostólica a ser imitado. Ella no solo fue la madre de Don Bosco, sino que se convirtió en madre para los primeros chicos del Oratorio de Valdocco. Pero hoy es madre para todos los que comparten el carisma salesiano: para ellos, ella es, de hecho y simplemente, Mamá Margarita. En 2006 el Papa Benedicto XVI la declaró Venerable, por haber vivido una vida de virtudes heroicas. El 25 de noviembre, aniversario de su nacimiento al Cielo, la recordamos de modo especial y nos encomendamos a ella.

Margarita cultivó la fe en Jesús y María. Con la sencillez que la caracterizaba, enseño a sus hijos a ver a Dios en todo, a comprender que él está cerca y mira sus hijos con amor. Le repetía a Juanito: Dios te ve, de manera que cada acto debía ser digno de la presencia de Dios. También le rezaba a la Virgen tres veces al día y santificaba sus tareas diarias. En épocas de escasez, se encomendaba a la Providencia con total confianza.

De ella es que Don Bosco aprenderá a "hacer bien lo que tenemos que hacer". Lejos de esquivar responsabilidades, Mamá Margarita fue una mujer que se hizo cargo. Así se desarolló su familia (aún sin la figura paterna, que era casi imprescindible) y creció su protagonismo en el oratorio, ocupándose de los chicos, de la huerta y la cocina.

Ponerse al servicio de los demás, enseñanza de jesús, ella lo llevó a cabo al pie de la letra. El servicios es disponibilidad, ayuda, apoyo, escucha, consejos, preguntar al otro qué necesita. En el oratorio, fue la primera colaboradora laica. Por eso también la recordamos en la figura de los Salesianos Cooperadores, quienes ponen a disposición sus dones y su capacidad para acompañar, reencarnando la santidad de Mamá Margarita.