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Editorial del Mes
No se inquieten por el día de mañana

Miércoles 01 de Noviembre de 2023

P. Fredy Peña Tobar, ssp

Pra nadie es un misterio que vivimos tiempos críticos, convulsionados, caminando sobre arenas movedizas y en un constante cambio de época. Desde que padecimos la pandemia del COVID, nos ha costado volver a la "normalidad" y, sin duda, que para la sociedad en general hubo un antes y un después, es decir, "algo" cambió. En efecto, salimos de una situación extrema, que no quisiéramos volver a vivir, para vernos afectados con la permanente crisis y emergencia climática y cuyos efectos nos llevan a vivir un verdadero colapso de la madre naturaleza.

Mientras los fenómenos extremos siguen desolando a las poblaciones de todos los continentes del mundo, el papa Francisco, en el mes de agosto, expresaba su aprecio por el compromiso en el desarrollo de un marco normativo a favor de la protección del medio ambiente: "No debemos olvidar nunca que las jóvenes generaciones tienen derecho a recibir de nosotros un mundo bello y habitable, y que esto nos inviste de serios deberes hacia hacia la creación que hemos recibido de las manos generosas de Dios", (Discurso a firmantes del llamamiento de Viena). Asimismo, fue, en esta ocasión, que, el director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Matteo Bruni, señaló que habrá una segunda parte de Laudato Si´para actualizarla, en particular a las recientes crisis climáticas, pues las futuras generaciones tiene derecho a heredar un lugar habitable. De este modo, el mensaje del Sumo Pontífice es una voz de esperanza para quienes habitarán en nuestro planeta.

Sin embargo, en medio de esta realidad, Dios nos motiva a vivir como "santos", en medio de las crisis sociales, políticas y climáticas, pero sin desesperar:"No se inquieten por el día de mañana; el mañana se inquietará por sí mismo. A cada día le basta su aflicción"(Mt 6, 34). Porque, a pesar del caos que percibimos, Dios nos anima, con confianza y alegría, para hacer memoria de quienes han partido de este mundo. Por eso, los llevamos en el corazón, sobre todo a los que nos dieron un testimonio de humanidad, de amistad, de afecto, de caridad cristiana y, que, afortunadamente para ellos, ya no están en este mundo para constatar cómo lo hemos maltratado, hasta poner en riesgo nuestra propia existencia!