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Editorial del mes
La pasión de Dios hecho hombre

Viernes 01 de Marzo de 2024

P. José Miguel Villaverde. SSP

En esta ocasión, la Semana Santa la celebramos en marzo, convirtiendo este mes en un tiempo de gracia, cargado de preparaciones y celebraciones. El Triduo Pascual de la pasión, muerte y resurrección de Cristo, ilumina todo el año litúrgico y toda la vida de los creyentes. Hacia aquellos acontecimientos nos enrumbamos, siguiendo las huellas del Maestro, el Dios hecho hombre que vivió su Pasión con total entrega.
Ahondamos en la pasión del Dios hecho hombre porque queremos obtener frutos de ello. Lo contemplamos totalmente decidido, compenetrado, con una angustia de muerte que no puede terminar con el fuego que emana de su corazón. El Señor sabe de sus adversarios, es consciente de las posibles consecuencias de su predicación y de su obrar, tantas veces criticado por los religiosos de su tiempo. Pero he ahí lo que nos lo hace ver Hombre verdadero, totalmente ejemplo para nuestro obrar: su capacidad de decisión, de asumir la vida y no dejarla pasar.

La pasión remite a padecimiento, pero también evoca fuerza, “garra”, decisión. El color rojo de los ornamentos litúrgicos que se usan en las fiestas de los mártires y del Espíritu Santo también se emplea en el Domingo de Ramos y el Viernes Santo, puesto que son celebraciones en las que la pasión toma un lugar preponderante. Es la Pasión del Señor, es el momento culmen de su amor por su Padre y los hermanos.
Solemos decir que la Argentina es un país donde se vive la pasión: por el fútbol, por las artes, por la dedicación que le ponemos a las cosas. La vehemencia, la constancia, la tolerancia al fracaso, la perseverancia, el arrojo: todas estas características nos hablan de la pasión y, vistas en Cristo, nos hablan de la grandeza del Señor, que ha puesto también en nosotros el fuego necesario “para incendiar el mundo”, es decir, para revolucionar nuestro mundo, no en un sentido negativo, sino, por el contrario, para salvarlo, para hacerlo un poco mejor.

Dirigiendo la mirada a la Pasión del Dios hecho hombre, identificamos a quien es capaz de asumir el desafío de la patria, a quien se levanta temprano a trabajar por el bienestar de su hogar, a quien pasa las noches estudiando, a quien no le interesa el cansancio y se pone a jugar con sus hijos, a quien no se rinde a pesar de las dificultades, a quien no negocia sus sueños, si no que los pelea hasta el final.
Enrumbándonos hacia el Santo Triduo pascual, imploramos al Señor que nos siga sosteniendo y que, en su escuela, nos guíe, para asumir la propia pasión voluntariamente, y que ello se refleje en nuestro modo de construir nuestra Iglesia, nuestra sociedad, este país que tanto necesita de nosotros.