Postrado ante tu imagen, ¡Virgen de la Medalla Milagrosa!, y después de saludarte en el augusto misterio de tu Concepción sin mancha, te elijo desde ahora y para siempre, por mi Madre, abogada, reina y señora de todas mis acciones, y protectora e intercesora delante de Dios. Amén.
© Copyright 2017 Editorial SAN PABLO Argentina