En toda acción litúrgica, hay un delicado y religioso equilibrio entre el silencio y la palabra, entre el movimiento y la quietud, entre los gestos y el canto, entre el encuentro con los otros, con Dios y con uno mismo, entre la actitud de ofrenda y la de recepción, entre la interioridad y el diálogo.
Las reflexiones que brinda este libro son un aporte a la comunidad eclesial. Expresan sencillamente, las cuestiones fundamentales que están presentes en cada sacramento y que no deben silenciarse, porque nos ayudan a descubrir que la liturgia bien celebrada y vivida enriquece al fiel, lo entusiasma, lo deja con hambre.
El cristiano, entonces, desea repetir la experiencia de cielo, añora un nuevo encuentro, prepara su próxima celebración con unción y espontaneidad.