¿Es posible ser buenos en un mundo contradictorio, inclemente y competitivo como el nuestro? Ser bueno no es –ni nunca fue- fácil.
La bondad verdadera no nos impide protestar contra el mal que nos han hecho (ser bueno no significa aceptar pasivamente la injusticia), pero sí evita que demos lugar al resentimiento y al rencor.
El autor nos recuerda que posiblemente no somos tan malos como algunos piensan, pero estamos lejos de ser tan buenos como creemos ser.